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Hoy vamos a hablar del momento de la planificación del día, de cómo asignar un tiempo determinado a una tarea determinada.

En muchas ocasiones os he hablado de la importancia de la planificación. El momento de decidir qué tareas vamos a hacer hoy, o mañana, o esta semana. 

Ese momento es más importante de lo que creemos. No lo es porque vaya a determinar nuestras próximas horas, sino porque es de gran utilidad en ese mismo momento en el que estamos haciendo la reflexión.

Vamos a verlo con detenimiento.

El momento de la planificación no consiste en calcular lo que tardamos en hacer algo, hacer una media de los minutos y ajustarnos a ello. 

Ni se trata de programar el día y cada vez que pase media hora cambiar a la siguiente tarea programada. 

No va por ahí. 

Se trata de hacer una planificación que nos ayude a reflexionar sobre lo que hacemos, lo que estamos haciendo y lo que tenemos que hacer. 

Ser conscientes del tiempo que estamos invirtiendo para ser conscientes del tiempo que necesitamos. 

Por ejemplo: voy a planificar editar mis vídeos

Primero, tengo que averiguar lo que tardo yo en grabar un vídeo. Sin contar el trabajo previo de preparación del tema, sólo desde que grabo. 

Hay veces que en una semana me da tiempo a grabar dos vídeos y editarlos.

Pero esto no significa que mi ritmo de trabajo real sea de 2 vídeos por semana. 

Hay veces que para hacer un vídeo empleo más de un mes, porque he tenido que volver a grabar por problemas con la luz o porque me ha llevado mucho tiempo editarlo. 

O, sencillamente, porque una semana tengo más carga de trabajo de otros asuntos y le puedo dedicar menos tiempo al vídeo. 

Como todos los meses tengo que sacar varias tareas adelante y cada una de ellas me lleva varios días, necesitaré varias semanas de trabajo entre vídeo y vídeo. 

La cuestión aquí es que yo ya sé lo que me lleva grabar un vídeo: entre 1 y 6 semanas. 

Entonces, cuando me propongo hacer un vídeo de un determinado tema, sé que antes de una semana no lo voy a tener listo a menos que no me dedique a otra cosa en esos días. 

Es decir, puedo tener un vídeo listo en una semana y no volver a tener otro listo hasta dentro de 4, o puedo tener 2 vídeos listos en una semana y no hacer más vídeos en 2 meses. 

Mi trabajo de planificación no ha consistido en calcular con exactitud lo que tardo en hacer un vídeo o cuándo tengo que hacer el siguiente. Ha consistido en reflexionar lo que para mí supone hacer un vídeo y darme cuenta de que cuando estoy en una tarea de este tipo no puedo dedicarme de lleno a ninguna otra.

Por eso puedo valorar mi trabajo en función de mi tiempo

Puede que en unos meses cambie mi dinámica y tarde mucho menos en hacer un vídeo, pero de momento, esta es mi realidad. Por eso es importante este ejercicio de planificación, para ir revisando lo que hago y lo que tengo que hacer.

A esto me refiero cuando digo que es útil medir nuestro tiempo de trabajo y ser realistas a la hora de programarnos. 

Y esto se consigue con la planificación semanal, que es el momento en el que valoramos lo que hemos hecho esa semana, qué tareas hemos empezado y cuáles hemos terminado, cuáles vienen de otra semana, cuáles nos llevan sólo unos minutos y cuáles varios días, etc… 

Saber de qué cartas disponemos para el juego.

Otro ejemplo: 

“Hoy he tardado 2 horas en hacer esta tarea, por lo tanto, cuando me toque una similar, contaré 2 horas” 

Vale, pero, ¿es una planificación realista? 

¿Esas 2 horas de hoy pueden serlo mañana también? 

¿O mañana tendrás que hacer otras cosas que no has hecho hoy y no podrás sacar esas 2 horas?

Aquí no hay respuestas acertadas o erróneas, serán válidas aquellas que se te ajusten a ti, que sean verdaderas para ti.

Es tu tiempo, eres tú. Intenta ser lo más sincero y realista posible a la hora de planificar para poder tener resultados que concuerden con tus expectativas.

¡Espero que te sirvan mis consejos!

¿Cómo te ajustas tú tu tiempo? ¿Qué haces para planificar?

¡Cuéntame, estoy deseando leerte!

Un abrazo,

Virginia